Después de jugar el demo de Assassin’s Creed Unity en EGS, y más tarde las primeras misiones durante un Early Access, yo estaba llena de esperanzas por este nuevo AC. No sólo marcaba el regreso a las grandes ciudades europeas que tengo me gustan, si no que se veía más grande, más ambicioso y más hermoso de lo que se había visto jamás. Y en cierto modo lo es. Es todo eso. Nunca has visto tantos personajes tan bien vestidos en una sola pantalla antes. Nunca has visto modelos arquitectónicos tan detallados y precisos, nunca has visto personajes y animaciones tan bellas.
Pero ahí es donde acaba la cosa, porque una vez que comienzas a jugar, puedes ver que Unity está muy lejos de la perfección. Para empezar, desde el inicio está plagado con un bug persistente que des-sincroniza el audio del video en la mayor parte de las cutscenes. Ocasionalmente tu cabello y tu personaje se desfiguran. Te atoras en lugares donde un personaje no debe atorarse. Caes al infinito durante un minuto para luego morir, Arno tarda años en sacar la espada cuando se lo indicas. En fin, si fueran uno o dos errores esporádicos, podríamos perdonar los bugs. Son inevitables. Pero bugs a esta escala no sólo son evitables, son un insulto. Ubisoft decidió, con todas las cartas en la mano, entregarnos un juego sin terminar. Esto sin mencionar el terrible framerate con el que está plagado cada minuto del juego, no sólo en PS4, si no en todas las plataformas en las que el juego fue lanzado.
Pero a esto hay que añadirle el asunto de las microtransacciones. En una movida un tanto inexplicable, Ubisoft ha decidido añadir N cantidad de “monedas” al juego. Ahora no sólo necesitas Francos. Necesitas U-Play Points, Creed Points, Hack Points, y vaya a usted saber cuáles otros. Algunas de estas utilizan dinero real, algunas de estas sólo las puedes obtener jugando la “companion app”. Es como si el juego quisiera que le pagaras una vez más cada vez que lo inicias. Si el sistema fuera más sencillo quizá lo perdonaría, pero la realidad es que es increíblemente confuso – tanto que te saca del juego, te confunde, te frustra. ¿Por qué no sólo me dejas jugar? Le quieres decir al juego.
Ni siquiera estoy enojada. Es más, ni siquiera estoy decepcionada. Sólo estoy triste de que un juego al que se le puede ver todo este potencial haya sido desperdiciado tan estúpidamente por apresurarlo a sacarlo al mercado para la temporada navideña, y que para que éste coincidiera con el lanzamiento de Assassin’s Creed Rogue. Es un juego que tiene la grandeza dentro, pero por culpa de todos esos errores, esos tropiezos, esas increíbles faltas de respeto a los videojugadores, se ve empequeñecido y mancillado. Podría ser tan grande, y no lo es. Podría haber superado a juegos pasados de la saga, fácil, pero no lo hace. En su lugar, tenemos un título que se arrastra, lleno de bugs y de errores técnicos imperdonables.
Quizá logren parcharlo, quizá logren corregir todos estos errores, quizá algún día podamos sentir la grandeza que este titulo lleva dentro – pero no seremos nosotros los fanáticos del primer día, los adeptos a Assassin’s Creed, los que esperan cada título como si fuera nuestro cumpleaños. Llegará un punto en que todos nosotros nos cansemos de darle una oportunidad, nos cansemos de cavar y cavar para encontrar el oro que tiene dentro. Después de todo, ya pagamos por él, no tendríamos que trabajar más para obtenerlo.
Con todo es un título que simplemente quiero que me guste. Tiene sus momentos de grandeza – escalar Notre Dame sin duda es uno de ellos. Tiene momentos en los que puedes olvidar los bugs, las microtransacciones, el hecho de que omiten la opción de ser mujer en el modo multijugador, su complicado sistema de habilidades y niveles. Tiene momentos en los que tienes que sonreír, porque a veces es simplemente hermoso. Pero esos momentos duran muy muy poco, y entonces tienes que recordar que Ubisoft es ahora un experto en venderte juegos sin terminar, y en vendértelos dos o tres o cuatro veces – lo que la cartera aguante.
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